Bao apareció en un arcén tirado. Ante el temor de que lo hubieran atropellado y que estuviera sufriendo, enseguida las voluntarias fueron a buscarlo para llevarlo al veterinario de urgencia. Tras mucho insistirle, consiguieron que se levantara y que se fuera con ellas.

Aparte de dominar el arte del teatro y del remoloneo (pensamos que estaría lesionado y por eso no se movía, pero tan solo eran mimos), Bao es un perrazo noble y bonachón. Tiene espíritu de cachorro y le encanta corretear por el patio. Es obediente, dulce y cariñoso.

Bao se merece un hogar en donde se cubran sus deseos más preciados: una cama para dormir durante 20 horas al día y manos que le rasquen la tripa durante las horas restantes. Creemos que con eso, y un par de buenos paseos, Bao sería el más feliz del planeta.

¿Cumples con los requisitos para devolverle la felicidad a este peludo?

AMADRINADO POR: TERESA CARRERA