¿Cómo afecta la procesionaria del pino a mi perro?

28-02-2015

Desde hace ya algunas semanas podemos encontrar nidos de procesionaria del pino en gran cantidad de árboles, y los veterinarios han comenzado a avisar del peligro que representa para nuestras mascotas. Desde febrero hasta abril las procesiones de orugas de esta especie aparecen por los bosques y parques. Además, esta “plaga” posee picos de explosión cada cinco años, siendo este mismo el año donde la plaga alcanza un máximo de individuos. Pero, ¿qué es? Y sobre todo, ¿de qué manera puede hacer daño a mi perro?

La procesionaria del pino (Thaumetopoea pityocampa) es una especie de lepidóptero, o mariposa nocturna, que afecta a pinos e incluso a cedros y abetos. Los adultos (mariposas) aparecen entre junio y septiembre y apenas viven unos pocos días, pero cada hembra fecundada pone de 50 a 300 huevos en puestas alrededor de las acículas, en forma de canutillo. Tras nacer, las orugas se alimentan de las acículas del pino y van desplazándose hacia las zonas del árbol más soleadas. Pasado un mes, una colonia de orugas se establece definitivamente formando el bolsón para pasar el invierno. Las orugas quedan resguardadas así del frío y salen al atardecer o en las horas más cálidas del día a alimentarse.

Al llegar febrero, si el tiempo acompaña, las colonias descienden del árbol formando unas hileras características (que dan el nombre común a la especie) capitaneadas por una hembra que segrega unas feromonas que el resto de la colonia sigue sin desviarse lo más mínimo. Tras elegir un lugar óptimo, las orugas se entierran y forman un capullo seroso donde comienza una serie de metamorfosis hasta alcanzar la crisálida. Ésta puede pasar años en fase larvaria, esperando las condiciones perfectas en las que emergerán los adultos.

De todo este ciclo, la procesionaria es peligrosa en sus etapas de oruga, dado que poseen unos pelos rojizos llamados tricomas con una sustancia urticante que usan como medida de defensa contra sus depredadores, pero que pueden provocar reacciones alérgicas en nuestras mascotas o en nosotros mismos al tocarlas o simplemente olerlas. Esto supone un peligro mayor o menor según la zona en la que afecten y la reacción es inmediata, siendo realmente peligroso si la sustancia llegara a la boca del perro.

Podemos reconocerlo si observamos en nuestro animal hipersalivación, sialorrea y glositis, inflamación de la lengua y una coloración rojiza o amoratada. Observaremos también que el perro se intentará rascar la cara con las patas delanteras y pueden aparecer vómitos. Seguidamente aparecerán ampollas en la lengua y se le necrosará. El animal debe ser tratado rápidamente por un veterinario, dado que las úlceras pueden llegar a provocar la pérdida de partes de la lengua y la inflamación de la lengua puede ahogarlo por no permitir el paso del aire.

Lo más probable es que el veterinario trate al perro con corticoides y antihistamínicos para disminuir la gravedad de las lesiones, pero no siempre son suficientes para detener la reacción. Por esto debemos tener muchas precauciones en nuestros paseos y observar el medio que nos rodea, y el comportamiento de nuestro perro,evitando que se lleve algo a la boca que no hayamos supervisado.

 

Autor: CIM Formación