LUNA LUNERA

LUNA LUNERA 2015-12-30 Adiós Lunita Luna
Hoy despedimos a una pequeña luchadora, tan hermosa como fuerte era nuestra Luna. Le tocó conocer la cara más oscura del ser humano, el abandono estando enferma y ciega ¡Qué injusta y cruel puede ser la vida! Estabas tan indefensa y desorientada, tan vulnerable. Cuando el destino puso en tu camino a Leny sabíamos que la vida tal y como la conocías se había acabado, que con una persona tan especial como Leny y la tía Mariluz tus problemas se habían terminado y el tiempo que te quedase en este mundo ibas a ser muy dichosa, y así fue. Dejaste este mundo porque llegó tu hora, te damos las gracias por habernos dejado una valiosa lección de fortaleza y superación.
Leny, sabemos que estos momentos son muy duros y duele mucho. Lunita se fue llevándose una parte de ti, la necesitaba para confeccionar sus alitas. Ella estará siempre contigo,la sentirás en el rocío de la mañana, en el aire fresco que entre por tu ventana al recordarla, en las flores y las estrellas.

El viento de la noche gira en el cielo y canta.
Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Yo la quise, y a veces ella también me quiso.
En las noches como ésta la tuve entre mis brazos.
La besé tantas veces bajo el cielo infinito.
Ella me quiso, a veces yo también la quería.
Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos.
Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido.
Oír la noche inmensa, más inmensa sin ella.
Y el verso cae al alma como al pasto el rocío.
Qué importa que mi amor no pudiera guardarla.
La noche está estrellada y ella no está conmigo.
Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos.
Mi alma no se contenta con haberla perdido.
Como para acercarla mi mirada la busca.
Mi corazón la busca, y ella no está conmigo.
La misma noche que hace blanquear los mismos árboles.
Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.
Ya no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise.
Mi voz buscaba el viento para tocar su oído.
De otro. Será de otro. Como antes de mis besos.
Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos.
Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero.
Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido.
Porque en noches como ésta la tuve entre mis brazos,
Mi alma no se contenta con haberla perdido.
Aunque éste sea el último dolor que ella me causa,
y éstos sean los últimos versos que yo le escribo